Dirigí la mirada hacia donde me pedía y examiné el yo de mi reflejo.
Aquella persona a la que miraba era yo, tenía mis mismos ojos cansados, un óvalo similar, una nariz aguileña idéntica a la mía, las mismas arruguillas alrededor de los ojos… Era exactamente igual a mi.
Y sin embargo, al cabo de unos minutos empecé a darme cuenta de que en realidad no éramos tan similares. Ella parecía más serena que yo, más sabia, menos preocupada por nuestros problemas.
Así se lo dije a la voz.
Entonces, ella me indicó que había llegado el momento de conocer al yo de mi reflejo.
Con su ayuda, atravesé el espejo y me sumergí en aquel mundo ignoto.
Allí, volví a mi pasado, recordé las causas de mis sufrimientos y me enfrenté a ellos.
Aprendí a comprenderme, a perdonarme.
Viajé, trabajé y luché … mas nunca sentí temor pues siempre iba acompañada por la persona que estaba detrás de la voz.
Caminé por muchos senderos y veredas y, tras mucho andar y mucho recorrer, bajo una montaña dura y pesada como el hierro, me topé con mis anhelos y mis sueños.
En aquel momento comprendí que hacía mucho tiempo que los había apartado de mi vida y pensé que estaba preparada para recuperarlos.
Así se lo dije a aquella persona que me había guiado a través de mis secretos.
Entonces ella me indicó que ya lo había hecho puesto que mi yo ya se había unido al yo de mi reflejo.
Autor: Elena Mayorga
Título: El Espejo
Obra: Cuentos y poemas para la Reflexión
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